RESULTA QUE Berberecho había traído un paquetón de maíz inflado y una botella grande de gaseosa, y estaba comiendo sin convidar a nadie.
Entonces Martina se puso a pensar cómo podía hacer para comer un poco de pochoclo. Y se le ocurrió engañarlo así:
– Berberecho, ¿conocés la adivinanza de Juan? – le dijo.
– No, ¿cómo es? – contestó él.
– Juan y Servite se fueron al río. Juan se ahogó. ¿quién quedó?
– Servite – dijo Berberecho.
– Gracias. – contestó Martina, y se sirvió un puñado de pochoclo.
Mientras Berberecho se quedaba pensando qué había pasado, Martina pensó otra adivinanza.
– Luis y Comemás se fueron al bosque. Luis se perdió. ¿Quién quedó?
– Comemás – dijo Berberecho.
– Gracias – dijo Martina, y se sirvió otro puñado. Berberecho se quedó con la boca abierta sin entender bien cómo era que le había ofrecido pochoclo a Martina.
Después, Martina le dijo:
– Tomás y Agarrate se fueron a la plaza. Agarrate se fue. ¿Quién quedó?
Entonces Berberecho se quedó pensando, y dijo:
– No te voy a decir el nombre del segundo que dijiste.
– El segundo era Agarrate. Pero ese no quedó, quedó el primero.
– ¿Tomás?
– Sí tomo, muchas gracias, – dijo Martina – y se agarró la gaseosa y se tomó un poco.
Entonces Berberecho se enojó y dijo:
– No juego más con vos, porque me ganás siempre. Le voy a hacer la adivinanza a Plomín, que está comiendo un rico helado.
– ¿Querés jugar a las adivinanzas, Plomín? – dijo Berberecho.
– Sí – contestó Plomín, mientras chupeteaba el helado.
– Juan y Servite se fueron al río. Juan se ahogó. ¿quien quedó?
– ¿Juan y quien más me dijiste? – preguntó Plomín.
– Servite – dijo Berberecho.
– Gracias – dijo Plomín. Y se sirvió pochoclos, los mezcló con el helado, y se los comió.