RESULTA QUE Francisca no quería jugar a las muñecas.
El Tío Chiflete le preguntó porqué, y ella le contestó que esas muñecas eran muy aburridas, porque no hacían nada.
– ¿Y qué querés que hagan? – preguntó el Tío.
– Que canten.
– Hmmm. Vamos a ver – dijo el Tío, y se fue con la muñeca a lo del Vecino Inventor.
Al rato volvió con la muñeca llena de cables. Entonces, apretó un botón… y la muñeca empezó a cantar como Xuxa.
– Qué lindo – dijo Francisca.
– ¿Cómo lo hiciste, Tío?
– Muy sencillo, – dijo el Tío todo contento – le pusimos adentro un grabador con un cassette.
Francisca estuvo escuchando el cassette unas dieciocho veces, y después se empezó a aburrir de nuevo.
– ¿Y ahora que pasa? – preguntó el Tío.
– Ya me aburrí, Tío – dijo Francisca -. ¿No podés hacer que la muñeca se mueva ?
– Vamos a ver – dijo el Tío. Y se fue de vuelta con la muñeca a lo del Inventor.
Al rato volvió con la muñeca, la sentó en el piso y… ¡sorpresa!. La muñeca se movía sentada.
– ¡Qué bárbaro! – dijo Francisca. – ¿Cómo lo hicieron?
– Bastante fácil – contestó el Tío. – Le pegamos un autito a pilas en la cola.
Y Francisca se puso a jugar un ratazo con la muñeca que se movía sola.
Pero después al autito se le acabaron las pilas, y Francisca se empezó a aburrir.
– Tío, ya me aburrí – dijo -. Yo quiero una muñeca que hable, cante, salte, juegue a las escondidas y a las figuritas.
– Muy sencillo – dijo el Tío – y se fue con la muñeca a lo del Vecino Inventor.
Al rato volvió el Vecino Inventor con una enorme muñ ecota en una carretilla.
– Acá está la muñeca que pediste – dijo el Vecino – Se llama Chifletona.
– ¡Qué lindo! – dijo Francisca – y se puso a jugar con la nueva muñeca. Chifletona era muy divertida, y podía hablar, caminar, cantar, jugar a la escondida, a las figuritas y a la pelota. No se le acababan nunca las pilas, y lo único que necesitaba era un sándwich de mortadela, jamón, pollo, tomate, pepino y dulce de batata, con una gaseosa y un cafecito, cada hora y media.
Cuando vino el papá, Francisca le mostró a Chifletona.
– Muy linda tu muñeca nueva, – dijo el papá. – Pero te tengo que contar un secreto: en realidad, Chifletona es el Tío Chiflete, disfrazado de muñeca.
– No lo digas en voz alta, papá. – le contestó Francisca -. Yo ya me había dado cuenta,pero si se lo decía al Tío, se iba a sacar el disfraz y yo me quedaba sin muñeca Chifletona.
– Ah, entonces yo también voy a hacer como que no me doy cuenta.- dijo el papá.
Y Francisca siguió jugando con Chifletona el resto del día.