Resulta que Pifucio, su mamá y Plomín fueron a visitar el Castillo de los Monstruos. La mamá les explicó que era un lugar en un Shopping donde se pagaba una entrada y unos actores disfrazados asustaban a los visitantes. Pero Pifucio le contó a Plomín que era de verdad muy misterioso y aterrador.
Cuando llegaron a la ventanilla donde se sacaban entradas, Pifucio gritó:
– Ay que monstruo más feo, me dá mucho susto! Socorro!